Vuestro fuego es eterno
Pamela Kribbe canaliza a Jeshua
Queridos amigos,
Soy Jeshua. Estoy entre vosotros y entre vosotros permanezco.
Yo fui, en mi día, un precursor de lo nuevo, pero ahora sois vosotros quienes portáis el impulso de Cristo y quienes estáis transmitiendo esta energía. Una energía que nace a través de vosotros y que, de ese modo, fluye hacia el mundo, si bien esto es algo que ocurre no en virtud de lo que hacéis o decís, sino de quienes sois y por medio de vuestro corazón. Vuestro corazón está abierto, aunque decirlo así hace que parezca más fácil de lo que realmente es. Abrir el corazón significa ir más allá de la voluntad personal, más allá del ego. Habéis llegado a un punto en el que os rendís y soltáis lo conocido, la certeza, el control, y os entregáis a la corriente que fluye a través de vosotros y que os lleva hacia un territorio nuevo e inexplorado. Esa corriente emana del corazón.
La corriente del corazón es innovadora y revela caminos que son necesarios para que la consciencia humana en la Tierra se abra a nuevos rumbos. Los derroteros establecidos son callejones sin salida que llevan al estancamiento y la destrucción. Visualizad la consciencia colectiva de la Tierra como un enorme entramado de energías compuestas de pensamientos y creencias, y sus respectivas emociones. Pues bien, ese entramado se ha convertido en una especie de laberinto en el que se han creado numerosas calles cortadas y sin salida. La consciencia de la Tierra está obstruida por una rígida energía masculina que ha venido controlando la estructura de las sociedades durante siglos. Esa energía masculina, controladora y rígida, se ha vuelto destructiva y no fluye con la corriente del corazón.
A lo que actualmente estáis asistiendo es a la intensificación del sufrimiento colectivo de la Tierra, a raíz de un incremento de la sensibilidad en el corazón de la gente. Vivir bajo el imperio del control es doloroso. Hace que os desviéis de la corriente de vuestra alma y os genera una honda sensación de estar desconectados de la fuente, de vuestro propio manantial. La causa principal de todo sufrimiento es siempre esa desconexión con respecto al propio corazón, a vuestro espíritu, a vuestro fuego interior.
Sois vosotros quienes estáis atizando el fuego en la consciencia colectiva. Es lo que hacéis debido a quienes sois. No os centréis demasiado en lo que podríais hacer ni en la manera en que ello podría concretarse; en vez de eso, sentid vuestro fuego interior: el fuego de la fuerza, la luz y el resplandor. Daos cuenta del modo en que ese fuego alumbra las viejas estructuras establecidas –de cómo las resquebraja. Vuestra consciencia es, por su propia naturaleza, rompedora y, en consecuencia, insumisa y revolucionaria. Por eso le tenéis miedo al poder de vuestro fuego y por eso queréis ocultarlo. Sin embargo, no podréis mantener vuestro fuego escondido por mucho tiempo, puesto que vuestro corazón está abierto, lo cual significa que, en algún punto de la dilatada historia de vuestra alma, ya os rendisteis a esa corriente.
Ha dejado de seros posible funcionar dentro del marco egocéntrico y corto de miras de la supervivencia, la certeza y la seguridad. Habéis estado oyendo la llamada de vuestra alma durante largo tiempo y queréis atenderla. Tenéis que ceder a vuestro fuego interno, de lo contrario enfermáis u os deprimís o sentís malestar en múltiples niveles. Ahí es donde radica vuestra enorme valentía: como en otras encarnaciones previas, regresasteis de nuevo a la Tierra sabiendo de antemano lo que os esperaba: «Mantendré mi fuego ardiendo y persistiré pese a todos los peligros que ello entrañe». Sois el fuego de este mundo, un fuego que arde claro, puro y limpio, y el fuego es luz.
Conectad ahora con vuestro fuego. Empezad por los pies, que tan cerca están de la Tierra. También hay fuego en la Tierra, hay calor en su núcleo. La Tierra es un planeta vivo, un ser vivo lleno de poder, creatividad y originalidad, y, por lo tanto, lleno de fuego. Es un ser único con un alma propia y vida interior. La Tierra se nutre de vuestro fuego y vuestra originalidad. Os pertenecéis –estáis conectados con ella. Amáis la Tierra y cuanto alberga, esa vida que bajo tanta presión se halla en estos momentos. Conectad con el núcleo, con el corazón de la Tierra. Sentid su calor, su brillo interno; de qué modo alimenta y da forma a la vida: la diversidad, la belleza de la naturaleza, los animales y las plantas, la increíble riqueza de la vida terrenal.
Sentid el fuego en vuestro interior, vuestro amor por la vida, y dejad que vuestra energía se fusione con la de la Tierra a través de vuestros pies. Decid «sí» a la Tierra. Sentid que vuestra conexión con la Tierra es más fuerte que vuestra conexión con la consciencia colectiva que hay en ella, con la consciencia colectiva de la humanidad. Apartad esta última y sentid vuestra conexión original con la Tierra, con el planeta y con su alma. Vuestra relación con la Tierra es íntima y viene de muy lejos. Estuvisteis profundamente involucrados en la creación de la vida en la Tierra, motivo por el cual os afecta tanto cuando veis el maltrato que recibe y cuánto se ha perdido. Estáis estrechamente vinculados con la vida terrenal: con los reinos animal y vegetal. Fuisteis cocreadores de la vida en la Tierra cuando aún estabais en vuestro estado angélico. Sentid vuestra ternura y el cuidado protector que dedicáis a la vida natural de la Tierra. Sentid lo mucho que la apreciáis y cuánto queréis ayudarla a florecer.
Sentid también que la Tierra os sostiene. Sois bienvenidos aquí, muy bienvenidos. Dejad que la Tierra os acoja. Dejad que su energía fluya por vuestros pies, piernas y muslos hasta el coxis. Sentid que os lleva. La Tierra es fuerte y grande, y es consciente. ¡No lo olvidéis! No es un ente desvalido. La Tierra quiere transformarse, exactamente igual que vosotros. Y en eso sois aliados, cómplices.
Es importante que entendáis esto, pues la conexión con la Tierra contribuye a generar un sentido de bienestar y de hogar, incluso en pleno esfuerzo por desarrollaros. Para muchos de vosotros, no obstante, esa conexión se ha convertido en un problema, debido a vuestra reacción adversa a la consciencia colectiva: al modo de pensar humano. En cambio, no tenéis problema en conectar con la propia Tierra, puesto que estáis estrechamente vinculados con ella. Pensad en las montañas, los mares, bosques y cielos límpidos, pensad en un cervatillo, un elefante, un pájaro. Vuestro amor por la naturaleza discurre mucho más profundamente de lo que os dais cuenta.
Es importante que restablezcáis ese vínculo en vuestro interior, ya que la Tierra puede cuidaros y guiaros, sobre todo en estos tiempos en los que ya no quedan certezas. Las certezas humanas que se os enseñó de niños –una carrera, dinero, relaciones– están desmoronándose porque las viejas estructuras están desmoronándose. La necesidad de un nuevo comienzo es cada vez más pujante y patente. Por lo tanto, confiad en vuestras raíces terrenales, en la consciencia del planeta. Vuestro cuerpo está hecho de la Tierra; los elementos que os componen son los suyos. Sois parte de ella y ella os da la bienvenida.
A cambio, vosotros también le dais mucho. Vuestro fuego, vuestra originalidad, vuestras intuiciones –maduradas a lo largo de vuestras numerosas vidas en la Tierra– son para ella un increíble tesoro. Para ella sois guías, maestros, y su deseo es ayudaros. Lo que tenéis que hacer, y estáis haciendo, es saliros de esa consciencia colectiva que ha venido imperando durante siglos; de esa consciencia basada en el miedo, el control, el ejercicio del poder y la falsa autoridad. Lo que estáis haciendo en esta vida de culminación e integración es regresar a vuestra alma, a vuestro corazón. Estáis regresando a través de todas esas capas de dolor y miedo, os estáis desprendiendo de esa consciencia obsoleta y volviendo a nacer. Y en este renacer, empezáis a sentir y a restablecer vuestra relación con la Tierra.
A medida que salís del miedo colectivo, os sentís más libres. Sentís que vuestra vida ya no viene dictada por todas esas leyes sociales que parecían tan obvias. Sois creadores mucho más poderosos de lo que pensáis; mucho más poderosos de lo que se os ha dicho. Considerad intuitivamente lo que la Tierra ha generado en sus entrañas –a vosotros. No obstante, cuando empezáis a salir del condicionamiento colectivo, también empezáis a sentir mucho miedo, ya que, como seres humanos, estáis programados para querer encajar. Asociáis con rechazo, aislamiento y castigo el hecho de apartaros de la colectividad. Todos los viejos traumas acumulados se activan, por así decir, en cuanto ponéis un pie fuera de todo ese dogmatismo.
Pero daos cuenta de que no estáis solos. Hay muchos que os acompañan. Y no solo en el mundo espiritual, como vosotros lo llamáis –ese mundo más allá de lo físico, en el que tenéis guías y almas afines que os apoyan–, sino en la propia Tierra. Ahora mismo está produciéndose en la Tierra un proceso de despertar que está haciendo que cada vez más gente recupere su lucidez y sienta en su interior: «Ya no puedo más – esto es demasiado duro – me siento enfermo – estoy atascado».
Insisto y os digo que sois precursores. Sois quienes habéis sido llamados para desprenderos de vuestra historia, y hacer tal cosa es básicamente un proceso interno. No se trata tanto de lo que hagáis o digáis ni de cómo actuéis, sino de que os liberéis a nivel interno de toda vuestra historia. Liberaros de vuestra historia es vuestra más firme intención y, por lo tanto, vuestra misión como almas, ya que, cuando os liberáis de ese trance colectivo, mostráis el camino a otros.
Y no tenéis que hacer nada más, el resto sucede por sí solo –la gente reconoce vuestra luz. La diferencia con respecto a épocas anteriores es que, en la actualidad, el desgastado tejido del pensamiento basado en el miedo, la agresión y el control empieza a estar tan desgarrado –tiene tantos agujeros– que vuestra luz puede verse y reconocerse. Podéis seguir participando en la vida terrenal, aunque, en lo que a vuestro pensamiento respecta, os hayáis salido de las viejas rutinas. Os convertís, en cierto modo, en habitantes de dos mundos.
Lo que necesitáis para poder cumplir el objetivo de vuestra alma es liberaros a nivel interno. Sentir vuestro fuego interior, el fuego de quienes sois. Para visibilizarlo, imaginad que esa consciencia colectiva, llena de miedos y de creencias y patrones de pensamiento negativos, es como una enorme burbuja y que vosotros estáis dentro de la misma, con vuestro fuego encendido. Sin embargo, puede que os dé miedo irradiar vuestra luz y mantener encendida vuestra antorcha, ya que es posible que las energías atrapadas en la burbuja se asusten, se resistan y os agredan. Puede que os sintáis amenazados, pero daos cuenta de que sois esencialmente inviolables –vuestro fuego eterno.
Con todo, imaginad ahora que estáis fuera de esa burbuja, con vuestro fuego encendido, y que permanecéis ahí presentes, firmemente asentados en vuestro corazón abierto. ¿Qué ocurre entonces? ¡Ocurre que bailáis! Que disfrutáis de vuestra libertad y de vuestra energía, hermosa y chispeante, y que os encontráis con gente afín –con vuestra familia espiritual. Ahora mismo hay cada vez más agujeros en esa burbuja colectiva, por lo que, pase lo que pase, hay gente que os prestará atención. Es la gente que está buscando algo nuevo y que quiere saber más acerca de lo que estáis haciendo. Es gente que también está saliendo de la burbuja y que se os aproxima porque os ve como un ejemplo. Y no tenéis que esforzaros por serlo, solo tenéis que ser quienes sois y manteneros lejos de esos patrones de miedo colectivos. En esto consiste vuestro liderazgo.
No intentéis influir en la gente –ya sea de un modo u otro. En vez de eso, permaneced en vuestro lugar natural como habitantes de dos mundos, cuidaos y vivid placenteramente. Toda esa idea del sufrimiento y del esfuerzo deriva de un concepto que forma parte del trance de la burbuja colectiva. ¡Permaneced fuera! Solo así podréis desempeñar vuestro papel de cara a los demás eficazmente y, al mismo tiempo, sin esfuerzo. Lo que la gente necesita –y lo que la consciencia que puebla la Tierra también necesita– son ejemplos vivientes, nada más. Y al hacer justamente eso, atraeréis de forma natural aquello que más os conviene, tanto en lo laboral como en lo cotidiano o estilo de vida. Vuestra tarea no consiste en concretar todo eso desde la mente –dejad que la energía haga su trabajo y vosotros disfrutad de vuestra libertad.
Pase lo que pase, lo que por lo menos cambia en cuanto salís de la burbuja es vuestra percepción del tiempo. Dejáis de darle tanta importancia a la planificación y organización, y empezáis a sentir cada vez más una fuerza atemporal, una corriente que, día tras día, os inspira ciertos impulsos que os llevan a fluir con mayor libertad. Y esta forma de vivir es mucho mejor para vosotros. Todos os habéis esforzado y preocupado ya demasiado; todos habéis buscado, os habéis afanado y habéis luchado. Tomaos el descanso que os merecéis.
Os saludo a todos, nuestro vínculo es profundo. Estoy con vosotros. No me he ido nunca. Sentid mi calor y mi amor. Estáis protegidos. Regocijaos en la luz.
Gracias por estar en la Tierra en estos tiempos.
© Pamela Kribbe
Traducción de Laura Fernández
2 thoughts on “Vuestro fuego es eterno”
Gracias..saludos desde la luz de padre!
Gracias Jeshua
Te estaba echando de menos
Te siento tan cerca…