Aprender a Entender la Enfermedad
Pamela Kribbe canaliza a María Magdalena
Queridos amigos, aquí estoy con mucho respeto por el camino en el que ustedes están. Soy María Magdalena, y también he estado en la Tierra en un cuerpo terrenal. He experimentado la confusión, la emoción y la oscuridad que puede estar presente en una vida humana. También he experimentado la luz, aquellos momentos de intuición y profundo éxtasis, porque yo sentí la presencia de mi alma y esa experiencia me hizo salir de la confusión y alejarme de la soledad de la vida terrenal.
Este ir y venir entre la luz y la oscuridad es característico de la vida humana. También es el propósito de la vida terrenal llegar a conocer y respetar estos opuestos que se producen tanto en ustedes mismos como en el mundo. La luz, tanto como la oscuridad, llevan tesoros en su interior. Desde la perspectiva de la unidad, aquella que trasciende la dualidad de la vida terrenal, no hay conflicto entre la luz y la oscuridad; es sólo la dinámica entre estos dos opuestos.
A través de la oscuridad ustedes descienden a las profundidades que sólo se pueden experimentar mientras se está en un cuerpo humano, con la mente y las emociones de un ser humano. Desde aquellas profundidades puede nacer una luz que agrega algo nuevo a la Creación, al universo y al cosmos. Lo que ustedes están haciendo mientras están aquí en la Tierra es especialmente valioso. Debatirse entre sentimientos de dolor, de soledad y de confusión, y éxtasis, claridad y alegría es parte de estar en el reino terrenal de la dualidad. Acepten ese flujo y reflujo, porque de esta manera hacen que la vida sea mucho más ligera.
Muy a menudo ustedes luchan contra esas olas, porque quieren evitar sentirse miserables y retornar al polo de la luz lo antes posible. Pero de esa resistencia a la oscuridad surge una separación artificial entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal. Se vuelven antónimos: la luz es buena, la oscuridad es mala, pero esa oposición crea una dualidad que es falsa, ficticia. Las emociones oscuras también tienen un valor y llevan mensajes significativos. La luz sola no es suficiente. La oscuridad representa un enorme poder, porque de ahí viene la posibilidad de ser un yo independiente quien hace elecciones y toma decisiones, que explora cosas nuevas, crece en fuerza y autoconciencia. Toda la evolución de su alma depende de que ustedes tengan conocimiento de la oscuridad, para que puedan trabajar en conjunto con ella y transformarla.
Eso se vuelve muy claro cuando están tratando con la enfermedad, con síntomas físicos que interrumpen y derrumban sus hábitos y su vida cotidiana. La presencia de estos síntomas los obliga a sumergirse en la oscuridad, porque debajo del dolor y del nivel físico de la enfermedad yace toda una represa de emociones que quiere ser vista, que ha sido reprimida por un cierto tiempo. Son esas voces en la oscuridad que a menudo quieren llegar a través de la enfermedad. Sin embargo, debido a que ustedes, a través de su crianza y de su sociedad, han crecido con mucho prejuicio acerca de lo bueno y de lo malo, de lo que puede y no puede ser, reprimen los mensajes de la enfermedad y a menudo se enfocan en los síntomas físicos, es decir en los aspectos externos de la enfermedad.
Yo los invito a mirar a la enfermedad más profundamente, y de una manera eso comienza con suspender todos los juicios acerca de lo que es malo y de lo que es bueno, que son realmente perjudiciales para el examen interno: la exploración de sí mismo. La enfermedad no es mala en un sentido moral. Por supuesto es molesta, inoportuna, dolorosa, y a la luz de esto es natural que ustedes anhelen la salud y la armonía, pero la enfermedad en sí misma no es mala. Es el resultado final de un proceso interno y una dinámica entre reprimir y querer ser visto, y esta dinámica se da a conocer a través del cuerpo.
Vean a su cuerpo como un instrumento muy puro. Mientras su cabeza está llena de juicios morales acerca de lo bueno y de lo malo, el cuerpo permanece externo a eso. El cuerpo viene antes, y está fuera, del reino del juicio y de la moralidad. Eso en sí mismo es un milagro; el cuerpo no se enredará ni se unirá a las voces del prejuicio, del miedo y de la moralidad. En este sentido el cuerpo es el instrumento más puro que tienen a su disposición aquí y ahora.
No consideren al cuerpo sólo como una cosa física, sólo como un trozo de materia, sino como un fenómeno o manifestación mucho más compleja. El cuerpo es ante todo un campo de energía. Siéntanse a ustedes mismos desde la cabeza a los pies, incluso mientras están sentados aquí ahora. Sean conscientes de la corona de su cabeza y de sus pies y dedos de los pies, y sientan que a su alrededor hay un campo que lo abarca todo. Ese campo no termina en la superficie de su cuerpo, se extiende más allá y es más grande que su cuerpo.
El campo del cual les hablo, su campo de energía, está relacionado muy estrechamente con las células y los órganos que componen su cuerpo al nivel físico. El cuerpo y el campo están profundamente entrelazados; uno no existe sin el otro. Sientan el campo viviente en y alrededor de ustedes y conéctense con él. Respiren en su vientre y relájense. Este campo contiene la verdad sobre ustedes y está tan cerca, los impregna y los rodea, y sin embargo a menudo no pueden llegar a él porque sus pensamientos actúan como una barrera que los aparta de las señales y de los impulsos, la verdad de su cuerpo.
La barrera de pensamientos está compuesta de juicios, normas y de cómo deberían ser las cosas, lo que está permitido y lo que no. Esta barrera trabaja como una espada de corte porque divide sus experiencias y sentimientos en cajas, y el flujo suave, la unidad de la totalidad, se rompe y se fragmenta. Traten de sentir el campo sin pensar en él; simplemente permitan que esté ahí. Díganle “hola” a su cuerpo, al campo de energía sofisticado y afinado que es. Su alma está tan presente en este campo como lo está en las células físicas de su corazón, de sus órganos, de su sangre, y todos ellos están íntimamente ligados. Lo que los desconecta a ustedes de este campo viviente son sus pensamientos, que juzgan y separan. Suelten esto ahora dándose la bienvenida a ustedes mismos. Vayan contra todos esos prejuicios centenarios diciéndole “sí” a su corazón, a su vientre, a todas las emociones que llevan dentro de ustedes, lo llamado bueno y malo, y véanlos como un todo. ¡Sean libres en ustedes mismos! Asuman que todo lo que está vivo aquí en este campo es bueno y es bienvenido y tiene un valor.
Imaginen que con su conciencia buscan los bordes de este campo. Vean si pueden sentir hasta dónde se extiende, adonde se siente bien, cuán grande es su campo. Imaginen que se deslizan muy ligeramente a lo largo de esos bordes con su conciencia y confirman: “Sí, esto soy yo”. También, por favor determinen si el campo se extiende debajo de sus pies y si hace contacto con la Tierra. Si no lo hace totalmente, vayan con su conciencia justo debajo de sus pies y sientan cómo la energía de la Tierra les da la bienvenida.
El poder nutritivo y de apoyo de la Madre Tierra los ayuda a sentirse más relajados y serenos dentro de su propio campo de energía, y lo hace sin juzgar. La Tierra y su cuerpo van de la mano; trabajan desde el mismo dinamismo, la misma sabiduría. Éste es el comienzo de la conexión con la energía de una enfermedad o dolencia; vuélvanse libres de prejuicios y vuelvan a casa con ustedes mismos. Sientan cómo necesitan esa conexión y cómo la han perdido. Juzgarse y compararse continuamente con los demás es perjudicial, crea tensión y nerviosismo.
Para aprender a comprender la enfermedad, es necesario volver a casa contigo mismo, decir “sí” a quienes son y entrar al campo del no-juicio que está alrededor y en su cuerpo. Imaginen, a medida que se serenan, en un estado de tranquila observación y dejando ser, que un portal aparece ante su ojo interior. Detrás de ese portal está una parte de ustedes que han perdido, que no han querido ver. Su cuerpo experimenta una dolencia o una desarmonía porque ustedes quieren mantener esa parte bajo llave y con cadena. Suelten sus pensamientos acerca de lo que esa parte podría ser y ahora imaginen que el portal está abierto. Con su atención y tranquila presencia a esa energía, a esa parte de ustedes, ahora se le permite salir. Ustedes ya no sienten la necesidad de frenarla. Tan sólo vean lo que sale, lo que sucede. Y recuerden – ¡todo está bien!
Si se encuentran a punto de emitir juicios o si comienzan a dudar de que el proceso esté funcionando, otra vez, suelten esos pensamientos. Ustedes no tienen que ver nada, simplemente sentir lo que sale del portal y decir “sí “a eso. Si sienten una pesadez ahí, un cierto estado de ánimo puesto ahí, o si ven una imagen o un color saliendo del portal, pregunten dónde se ubica en su cuerpo. Lo que sale es una energía emocional que ustedes han reprimido y ahora preguntan dónde está teniendo lugar en su cuerpo esa represión. ¿Está ocurriendo arriba o abajo en su cuerpo, en algún órgano en particular o en una cierta ubicación en su campo de energía? Simplemente busquen algo que llame su atención en el campo de energía que ustedes son. Dejen que el cuerpo les hable; él quiere hablarles, darles sugerencias, permítanse ver algo. Ábranse, e incluso si en un principio no les da resultado, háganlo nuevamente cuando estén solos y en un estado de relajación.
Conéctense con el campo que no conoce juicios. Imaginen que hay un portal a través del cual algo que les pertenece, y que han empujado lejos, quiere mostrarse y manifestarse. Dejen que la conciencia y la luz fluyan hacia la parte de su cuerpo que ha sufrido por la represión. Y no importa si este proceso de conexión con su cuerpo no produce resultados notables inmediatamente. Ustedes están luchando contra tradiciones antiguas de ver las cosas basadas en el miedo y en juzgar. Recuperar la conexión pura intuitiva con su cuerpo demanda, una y otra vez, que ustedes se inclinen en un estado de quietud y de no-juicio. Si hacen esto regularmente, comenzarán a sentir cuán efectivo es esto. Incluso si inmediatamente no viene a ustedes un mensaje, todavía es bueno estar con uno mismo en este nivel muy puro.
Finalmente, yo les pido una vez más que experimenten el poder de la Tierra debajo de sus pies y también mientras está presente en su cuerpo. Sientan la fuerza natural y la ausencia de juicio ahí. La Tierra sabe intuitivamente lo que ustedes necesitan sanar, tanto físicamente como a nivel emocional. Reciban su fuerza ahora y estén abiertos a la fuerza de la Tierra dentro de su cuerpo.
© Pamela Kribbe
Traducido del inglés por Sandra Gusella