Energías nuevas en un mundo viejo
Pamela Kribbe canaliza a María Magdalena
Queridos y valientes hombres y mujeres,
Bienvenidos seáis todos. Soy María Magdalena. Yo estuve aquí, en la Tierra, en una época de cambios, en un momento en el que mucha gente andaba buscando cómo escapar de unas condiciones represivas. En aquel entonces, la Tierra se hallaba envuelta en una energía que mantenía empequeñecidas a las personas y les generaba una sensación de falta de valía. Ese velo se está haciendo ahora más fino; desde dimensiones superiores está llegando más luz, una luz que procede de vuestras almas, las cuales permanecen fuera del velo.
Cuando encarnáis en la Tierra, os alejáis de vuestro yo superior, de quien realmente sois. Descendéis a un mundo cuyos marcos de pensamiento y sentimiento no son propios del alma. Sentid en lo más hondo de vosotros de dónde venís, la infinitud y el alcance de ese reino. Sentid su energía y atrapadla a través del velo, pues es algo que podéis hacer. Tenéis la habilidad de recordar quiénes erais y aún sois, inocencia y alegría plena. No necesitáis adaptaros a estructuras que no son las vuestras; podéis experimentar libertad.
Imaginad que desplegáis, simbólicamente, vuestras alas, semejantes a las de un gran pájaro o, tal vez, un ángel. ¿Qué aspecto tienen esas alas, qué colores brillan y resplandecen? ¡Sentid su poder! Podéis volar, algo que a menudo hacéis en vuestra imaginación. No siempre estáis aquí, en la Tierra, inmersos en estas estructuras establecidas por el hombre, sino que viajáis con frecuencia. Sois sensibles y percibís energías que no encajan en esas estructuras terrenales.
Sois visionarios y profetas. Prestad atención durante unos instantes a lo que estas palabras evocan en vosotros, pues prevalece un viejo tabú alrededor de esas cualidades. Con todo, sabed que existen dos motivos para ver a través del velo, para buscar aquello que es esencial y que tiene sentido para vosotros. El primer motivo de que os sintáis impelidos a hacerlo es que queréis recordar quiénes sois de verdad mientras seguís en esta vida. No queréis vivir envueltos en niebla, queréis ser auténticos con vosotros mismos, experimentar la verdad y dar pasos decisivos en vuestro camino interior en cuanto almas. Por eso sentís ese intenso deseo de salir de la niebla y de ir hacia aquello que tiene que ver con la esencia.
El segundo motivo de que sintáis ese impulso interno es que sois precursores, pioneros de la consciencia. También estáis aquí para darles algo a los demás, para dejar que vuestra luz brille hacia fuera, para vencer la confusión, el dolor y el miedo en los que vive la humanidad. Aún hay un velo que cubre la Tierra y, si bien es cada vez más fino, se necesitan personas poderosas como vosotros que permitan que su luz brille para servir de ejemplo a otros y para que, de esa manera, la niebla se disipe.
Eso es lo que sois y, en cuanto precursores para otros, lo que vuestras almas querían para esta vida en la Tierra. Vivís el camino para que otros lo sigan, y con ello quiero decir que no estáis por encima de los demás, sino junto a ellos. Sois el camino, por lo que afrontáis el ingente desafío de eliminar los obstáculos de vuestra vida y de penetrar profundamente en su esencia. Y, al hacerlo, también ilumináis el camino a los demás, pues les servís de ejemplo. Sentid la verdad de estas palabras durante unos instantes y considerad en qué medida se aplican a vosotros.
Yo puedo adentrarme profundamente en vosotros porque estáis abiertos a aquello que está al otro lado del velo. Sois los portadores de la luz; traéis con vosotros una nueva era y, mediante eso que denomináis canalizar, vais rasgando el denso velo que rodea la Tierra y que está lleno de pensamientos temerosos y oscuros. Cada vez que se rasga una parte y que por ella puede entrar más luz, aumentan en la atmósfera terrenal la alegría, la esperanza y el aliento. En ese entonces, las personas están más dispuestas a mirarse a los ojos, a darse la mano y a reconocerse a sí mismas las unas en las otras. Tal es el propósito de toda canalización.
Sois un canal terrenal y, al emprender la vía del autorrecuerdo, trazáis un camino. Cuando os abrís y entregáis a ese camino, energías externas a la atmósfera terrenal llegan para apoyaros y fortaleceros. Estas energías o estos guías pueden ayudaros en vuestro propio proceso personal, pero, además, existen energías que quieren transmitir algo a otras personas. Cuando estéis con alguien, sintonizad con esa corriente que trasciende vuestras ideas personales y vuestro intelecto, de manera que vuestras ideas puedan adoptar un formato más universal. Este es un paso sumamente importante hacia una nueva realidad. Sentir esa conexión con el alma, con ese yo superior que trasciende la Tierra y sobrevive al cuerpo, es síntoma de cordura y de salud mental.
En el mundo del alma, vuestro hogar original, moran muchos otros seres, incluyendo guías y maestros, cuya sentida misión es ayudar a la humanidad en la Tierra. Por eso resulta hermoso y natural que, en colaboración con esos guías de luz, transmitáis información, ternura y compasión en la Tierra. Os daréis cuenta, ahora bien, de que una vez piséis ese camino, surgirá en vosotros un miedo intenso. La búsqueda de vuestra propia liberación interior, de vuestro propio camino personal, es una cosa. Pero hacer llegar a los demás esa sabiduría y ese conocimiento relacionados con las energías etéreas y la transformación interior genera grandes miedos y resistencia en la mayoría de vosotros, pues chocáis con las opiniones y creencias contemporáneas acerca de la vida.
Existen razones profundamente arraigadas por las que el trabajo energético —canalizar, clarisentencia, clarividencia— ha sido visto con recelo y recibido con resistencia y rechazo en el pasado. En este presente, dicho recelo ha tomado la forma de una ciencia racional y autorizada que pretende haber recopilado un conocimiento objetivo del mundo y que, por lo tanto, rechaza por ilusorio y demasiado subjetivo el ámbito del sentimiento y la intuición.
En la raíz de ese rechazo hay, no obstante, un desasosiego más hondo. En la gente, y desde luego en aquellos que ocupan posiciones de poder, se da un gran temor a soltar el control. Numerosas estructuras y jerarquías de la Tierra están basadas en el poder y el control, y quienes lo tienen quieren que todo siga así. Para el orden establecido supone un peligro que las personas —guiadas por lo que sienten o quieren— empiecen a pensar por sí mismas. En el mundo humano existe una cierta fijación por el poder, una fuerza reaccionaria que se opone al cambio.
Cuando os afirmáis como individuos, cuando seguís vuestro propio camino y difundís vuestro mensaje en el mundo, chocáis de frente con esos poderes. Puede ser que, en la sociedad actual, no siempre haya un dictador o un poder militar o eclesiástico que os detenga, pero la gente ha internalizado esos patrones de miedo, control y poder, por lo que podéis convertiros en objeto de rechazo por parte de vuestra familia, vuestros vecinos o jefes. Ese rechazo se asienta en gran medida en el miedo, de donde brota una necesidad de control que intenta neutralizar o disipar esa energía emocional.
¿Qué podéis hacer ante ese rechazo? ¿Cómo podéis sortear ese rechazo en vuestra propia vida? Ante todo, quiero que os deis cuenta de quiénes sois, de que sois pioneros en el campo de la consciencia, de que sois grandes, audaces y valientes, y de que ya habéis mostrado una firme resistencia ante esas viejas energías que quieren llevaros de vuelta a su patrón. Sed conscientes de vuestro propio valor y vuestra perseverancia. Aferraos a vuestra inspiración, vuestro deseo, pues es aquello por lo que estáis aquí y por lo que estáis viviendo vuestra vida como lo habéis venido haciendo. Al reconocer vuestra propia grandeza y valentía estáis dando ya un importante paso hacia delante. No os dejéis cambiar por los dictados de la sociedad; afirmaos tal y como sois.
El paso siguiente es sentir dónde es bien recibida de verdad vuestra energía, así que dejaos guiar por ese sentimiento. En este mundo hay muchísima gente que necesita lo que tenéis para dar, eso mismo que hace único a cada uno de vosotros. En el campo energético de la Tierra se están abriendo espacios y, a la vez, se están produciendo movimientos y cambios en el pensamiento colectivo. Dejaos guiar, pues la intención no es que tengáis que luchar contra el orden establecido, sino que os mantengáis firmes en vuestro propio campo energético, guiados por aquello que es bueno y seguro para vosotros; allí donde podáis prosperar y florecer, y dejar de sentir la necesidad de esconderos. Esas posibilidades y esos lugares existen ahora en la Tierra; esa gente está ahí.
Haced uso de vuestra intuición y abandonad la vieja idea de que no valéis. No se trata de «tener que hacerlo lo mejor posible» ni de «demostrar vuestra valía»; se trata de sentir dónde sois bien recibidos, en dónde no solo dais y compartís, sino que también recibís inspiración y abundancia a cambio. ¡Sentid el equilibrio! Por ejemplo, imaginad que estáis en un campo o en una ciudad, rodeados de gente. Manteneos firmes, con ambos pies bien plantados en el suelo; manteneos erguidos en este mundo. Sentid que sois diferentes y que está bien desviarse de lo viejo, tomar un nuevo camino, seguir a vuestro corazón y vuestros sentimientos. Haceos grandes y percibid, bajo vuestros pies, el poder del planeta que os sustenta.
Cuando hacéis eso, irradiáis vuestra luz sobre la Tierra como una transferencia energética, y lo hacéis sin problemas. Dejar de refrenar vuestra energía, vuestro resplandor natural, es un enorme paso adelante. Podéis invertir un montón de energía tratando de contener vuestro propio brillo y vuestra fuerza —¡pero ahora dejad que fluyan! Sentid cuánta paz os da no tener que acoplaros de mil maneras restrictivas, sino sencillamente estar ahí, erguidos. Dejad que toda esa ola de energía recorra la Tierra. Así es como la Tierra puede conectar con vuestra alma; tal es el propósito de vuestra vida.
Quisiera ahora pediros que os concentréis en el tipo de energía que desea fluir por vuestro corazón hacia el mundo. Sentid esa energía durante unos instantes e intentad expresarla con precisión en palabras. ¿Se trata de una energía de amabilidad y sanación, o una de claridad y decisión? ¿Es más bien femenina o masculina esa energía que quiere fluir a través de vosotros? También puede ser que percibáis que esa energía no es solamente la vuestra, sino que hay algo o alguien junto a vosotros que refuerza el proceso. Disfrutad de esta energía, pues acabáis de conectaros con vuestra esencia, así como con vuestros maestros, guías o energías con las que trabajáis y que de pronto se encuentran alineadas con vosotros. La auténtica colaboración se da cuando no os sentís separados y cuando sentís que todos sois una parte esencial de este canal.
Por último, quiero haceros una pregunta: ¿qué es aquello que desde el mundo quiere llegar a vosotros como una hermosa respuesta, buena y positiva, a cambio de lo que tenéis para dar? Desde el mundo, desde la atmósfera de la Tierra y la humanidad, regresa a vosotros una energía que os habla de validación, reconocimiento y gratitud. Mirad a ver si podéis recibir tales cosas.
Así se completa el círculo. Formáis un canal a través del velo, de la niebla, y os exponéis por completo. Andáis el camino interior hacia la liberación más allá del miedo y, entonces, vuestra luz brilla hacia el exterior. Formáis un canal para otros, los conmovéis con vuestra energía y, a cambio, recibís energía. Sois seres humanos que participan de dos mundos: el de la Tierra y el de los Cielos, donde mora vuestra alma y de donde procede. En cuanto seres humanos, necesitáis recibir para poder sentiros bien estando aquí; recibir a cambio de lo que sois y dais. Abandonad toda idea de desmerecimiento y convertíos en el centro radiante del dar y el recibir en ese círculo.
¡Me siento íntimamente conectada a vosotros y honro vuestra valentía! Os amo profundamente. Muchas gracias.
© Pamela Kribbe
Traducción de Laura Fernández
One thought on “Energías nuevas en un mundo viejo”
Hermoso ofrecimiento, esa conexión con el todo es muy gratificante y emocionante. Gracias por esta hermosa canalización