Lo grande y lo pequeño en vosotros
Pamela Kribbe canaliza a María Magdalena
Queridas mujeres, queridos hombres, os habla María Magdalena.
Vengo a vosotros de un pasado distante, pero también vengo del futuro. Soy más que la mujer que fui en la Tierra. Formo parte de un campo de energía mayor que se renueva a sí mismo y renace una y otra vez a cada instante. ¡Estoy viva y coleando! No estoy sujeta al tiempo ni a la forma en la que estuve encarnada hace tantos siglos. Os hablo desde una fuente de energía que es inagotable y que os envuelve a todos, que fluye a vuestro alrededor y que quiere que despertéis a la vida —es la fuente misma de la vida. Es patrimonio vuestro saber que esa fuente os sostiene a salvo y dejaros llevar por ese flujo de energía y creatividad, de serenidad, bienestar y alegría. ¡Eso es lo que realmente sois! Todo lo demás es una ilusión; un velo pasajero que ofusca vuestra consciencia.
Sentid el campo energético que represento. Formo parte de él, exactamente igual que vosotros. Es un campo de energía vibrante y eterno que se renueva a sí mismo y que encuentra alegremente y sin cesar nuevas maneras de manifestarse; reconoceos en ese campo. Sois libres, independientes de vuestra forma terrenal e independientes del tiempo y el espacio. Sois seres eternos, aunque es algo que soléis olvidar en vuestro día a día en la Tierra. Sois propensos a contraer vuestra consciencia, a limitaros a creer en lo que los demás os dicen, a creer en vuestra educación, a creer en las imágenes de la cultura en la que vivís y que veis a vuestro alrededor. Generalmente, esas imágenes contraen vuestra consciencia, hasta que termináis creyendo que no sois más que un cuerpo, unas células o un género: femenino o masculino; que no sois más que vuestro trabajo o desempeño en la sociedad ni más que vuestros papeles de padre, madre, hombre o mujer. Antes de daros cuenta, vuestra consciencia se contrae y olvidáis de dónde venís y quiénes sois realmente. Que recordéis quiénes sois es la base de todo lo que deseáis ser y queréis en la vida. Es la base de la que todo lo demás surge. Cuando recordáis quiénes sois, vuestra vida fluye fácil y serenamente desde vuestra fuerza natural, sin esfuerzo.
Todos estáis aquí presentes porque, de un modo u otro, sentís el deseo de canalizar. De abriros a una corriente de energía que quiere fluir a través de vosotros; de dar voz a esa corriente y servirle de canal. Este sentimiento, este deseo que experimentáis, es en esencia una suerte de nostalgia, un deseo de volver al Hogar. Cuando canalizáis esa corriente que os pertenece, sentís que estáis en casa tanto en vosotros mismos como en la Tierra. En esos momentos, descansáis en la esencia de vuestro ser y conectáis a la vez con los Cielos y la Tierra. Tal es el significado último de canalizar: dar forma a la energía de vuestra alma, a aquello que transciende vuestro yo terrenal, que es más grande que la forma humana terrenal y que no se deja contener en un cuerpo contraído. Es aquello que quiere llegar a vosotros y fluir a través de vosotros.
Por un lado, tenéis una personalidad terrenal, moldeada por el pasado y por lo que habéis aprendido por medio del cuerpo que tenéis —vuestra predisposición genética—, y, por otro lado, existe una corriente que fluye desde la Eternidad, desde vuestra alma. Esa corriente quiere bailar con vuestra forma terrenal. Podríamos decir que es una corriente que viene del pasado y que está determinada por el pasado, pero que quiere contactar con el poder de algo más grande —lo que podríais llamar el futuro. El futuro no es algo inamovible, consiste en una multitud infinita de posibilidades, es un potencial. La palabra «futuro» representa un potencial grandioso y espacioso, ¡además de libertad! Y como seres humanos portadores de vuestro legado del pasado, lo que queréis es establecer contacto con ese futuro; este deseo es la llamada de vuestra alma. Tal es la interacción entre, por una parte, lo que en vosotros es pequeño y ha ido contrayéndose al dar el salto a la esfera terrenal, y, por otra, la apertura a algo grandioso; a eso que supera todo entendimiento y constituye el Misterio; a eso que en verdad sois, independiente de forma y tiempo. Esta danza es lo que podéis denominar canalización.
Es, por lo tanto, inevitable que se produzca un encuentro entre lo que es grande y lo que es pequeño. Llega un punto en el que vuestra personalidad terrenal atiende a la llamada del alma y afronta el reto de abandonar las creencias viejas, restrictivas y negativas acerca de sí misma. Solo así puede abrirse el canal y dejar que fluya a través de vosotros la grandiosa y magnífica energía de quienes realmente sois. En eso consiste canalizar, y se trata de un proceso que os asienta en la Tierra. Básicamente, significa que abandonáis vuestro viejo yo y salís, cual mariposas, del capullo. Es por eso por lo que, cuando decís «Me gustaría canalizar» o «Quisiera fortalecer la conexión con mis guías», lo que en realidad ocurre es que vuestra alma os está llamando para deciros «Quiero encarnarme en la Tierra más profundamente de lo que ya estoy». Cuando decís esto, dais un paso hacia lo desconocido, pues la única forma de abrir ese canal es que también estéis dispuestos a ver lo que permanecía escondido. El reto que se os plantea es si estáis dispuestos a cambiar y a entregaros a un proceso que no podéis comprender.
Para que apreciéis y comprendáis más fácilmente ese proceso de encuentro entre lo grande y lo pequeño en vosotros, recurriré a la imagen de los centros de energía ubicados a lo largo de vuestra columna, también denominados chakras. Podéis visualizar vuestra columna como un canal. En la parte superior se halla el chakra corona, el centro energético que da acceso a lo cósmico y lo universal, y desde el cual os sentís conectados con el Todo y con vuestra alma. En la parte inferior de la columna está el coxis o chakra raíz. Es ahí donde la energía resulta más compacta o «sólida», y es ahí donde formáis totalmente parte de la Tierra, de lo material y lo físico.
Sentid durante unos instantes la diferencia entre la energía de la coronilla, en la parte superior de la cabeza, y la del coxis, en la parte inferior de la columna. Notaréis que nos estamos refiriendo a niveles del ser muy distintos. Para canalizar la energía de vuestro yo más profundo a través del cuerpo, esa energía tiene que descender, por así decir, los peldaños de una escalera desde el chakra ubicado más arriba, el de la coronilla, hasta el situado más abajo, el del coxis. Podéis visualizar esta escalera bajando a lo largo de vuestra columna, si bien empleo esa imagen por su sentido más bien simbólico, ya que, en el fondo, de lo que se trata es de integrar vuestro Yo cósmico en vuestro yo terrenal.
Es cierto que muchos de vosotros sois capaces de contactar fácilmente desde vuestros chakras o centros de energía «superiores» con lo que podría llamar la dimensión cósmica, esa que existe más allá de la Tierra y que puede manifestarse como un maestro afectuoso, un guía, un ángel o vuestro propio Yo Superior. Percibid en vosotros los centros de energía ubicados en la coronilla, entre los ojos (ubicación del tercer ojo) y, también, en la garganta y el corazón. Son los chakras situados en la parte superior del cuerpo. Intentad establecer contacto, sin más, con esa parte de vuestro cuerpo. No tenéis que hacer nada, tan solo observar y percibir un espacio, una holgura desde donde conectáis con lo que canalizáis. Contemplaos con tranquilidad y neutralidad para ver qué ocurre en esta zona superior del cuerpo cuando contactáis con un guía, un maestro o vuestro Yo Superior. Notad cómo la energía os llena el corazón, la garganta, la cabeza y la coronilla. Limitaos a contemplaros con cierto distanciamiento y observad cómo se produce ese contacto.
Bajemos ahora hacia los chakras «inferiores». Existen tres centros de energía ubicados en la parte inferior de vuestro cuerpo; uno está en el estómago y se denomina plexo solar; el siguiente está en el abdomen y lo llamáis el chakra sacro; y abajo del todo está el coxis o chakra raíz. Tomad contacto con toda esta zona llevando allí vuestra consciencia. Solo tenéis que estar ahí, no es preciso que hagáis ni que cambiéis nada. Descended hacia el vientre y comprobad si podéis adentraros aún más, hasta llegar al coxis. Una vez que hayáis establecido contacto, observaos a vosotros mismos mientras canalizáis y no dudéis de que estáis canalizando. Todos canalizáis en momentos de inspiración y confianza. Limitaos a imaginar que ahora estáis en uno de esos momentos.
Hemos visto antes cómo fluye la energía en los chakras de arriba. Veamos ahora cómo fluye la energía en los chakras de abajo, cuando conectáis con ese Yo Superior que quiere entrar en vosotros. ¿Puede la energía fluir sin trabas por los chakras inferiores y alcanzar, incluso, el chakra raíz? Esa es la pregunta que quiero haceros hoy. En vuestro cuerpo existe una zona que a menudo ejerce de línea divisoria entre los chakras superiores y los inferiores, y esa zona está ubicada entre los chakras del corazón y del plexo solar. Se trata del punto de encuentro entre la fuente más elevada que deseáis encarnar y vuestro yo terrenal, más pequeño y contraído.
En los chakras inferiores se hallan los miedos del pasado, el desaliento y la inseguridad. Mirad a ver si lo podéis detectar en vosotros mismos. Hoy, todos tomasteis contacto con una fuente de energía en el templo que visitasteis. Allí os encontrasteis con vuestro guía o con una parte de vuestro Yo Superior. Evocad nuevamente ese sentimiento, esa comunicación. La energía quiere perteneceros, quiere llegar a vosotros. Comprobad en qué parte del cuerpo tiene esta energía dificultades para fluir. Imaginad, por unos instantes, que la energía entra por vuestra coronilla y que luego fluye hacia abajo, a través del tercer ojo y de la garganta, hasta el corazón. Luego, observad detenidamente cómo reacciona vuestro plexo solar a esa energía. ¿Notáis algún tipo de resistencia o protesta o temor en la línea divisoria entre los chakras superiores y los inferiores? Ahora, prestad atención a vuestro vientre y tomad nota de cómo recibe la energía. ¿Aparecen ciertos sentimientos o ideas del tipo «no se puede» o «no se debe» o «no soy capaz»? Fijaos también en el coxis. Intuid qué puede haber ahí que esté bloqueando la entrada de esta energía. Y os pido que observéis el bloqueo con aceptación y cariño, no con juicio ni crítica.
Este es precisamente el fundamento del proceso de canalización: que lo viejo se encuentre con lo nuevo; que el pasado se encuentre con la energía del futuro. Que aquello que está contraído se encuentre con la energía de la libertad. Esto tiene lugar a partir del momento en que os abrís y expresáis el deseo de convertiros en un canal para vuestro yo esencial, vuestro Yo más elevado. Sabed que lo que se haya reprimido en el pasado siempre os ofrecerá resistencia y surgirá en forma de emoción o de pensamiento negativos. No lo censuréis. ¡Sentíos orgullosos de atreveros a emprender este proceso! ¡Hacerlo demuestra valentía y grandeza!
Una vez localicéis ese bloqueo en vosotros, llevad allí vuestra atención. Es probable que podáis sentir físicamente ese lugar en el que os resulta difícil abriros a vuestra propia grandeza, a eso que es libre e imperecedero, que pertenece a lo nuevo y al futuro. Envolved afectuosamente esa parte bloqueada con una energía de amistad y aceptación, y limitaos a invitarla, nada más: susurradle «Ven conmigo» con suavidad y dulzura, sin exigírselo. Recordad la energía que sentisteis hoy durante el encuentro con vuestro Yo Superior o vuestro guía. Permitid que esa misma energía acaricie vuestra parte más bloqueada y sentid cómo le llega su calor. En esa parte, todo está permitido, incluyendo el miedo, la ira y las dudas. Cuando sois capaces de permanecer presentes con amor y aceptación, ensancháis aún más el canal. El canal se abre y se ensancha tanto como lo permite esa parte vuestra que más cerrada está.
Sed pacientes y amables con aquello que os bloquea; está ahí por una razón y es bienvenido. En lo más hondo de vosotros existe, sin excepción, un sentimiento de falta de valía personal heredado de la energía que durante tanto tiempo ha prevalecido en la Tierra; una energía de poderes manipuladores y de opresión. Y todos estáis lidiando con ese legado. En algún punto de vuestros chakras inferiores ha quedado arraigada esta convicción: «No soy digno; ser como soy no basta; aún no soy merecedor porque aún no lo hago todo a la perfección». Y aquí es donde reside la clave para todos vosotros.
Donde encontréis tal creencia, habréis dado con el principal bloqueo que allí existe. Pero a partir del momento en que lo identificáis y experimentáis, podéis dejar que vuestra luz lo ilumine. Y eso lo hacéis con lo opuesto a esa convicción de desmerecimiento. Os reafirmáis a vosotros mismos: «¡Soy digno, está bien ser como soy, en todos los aspectos! ¡Soy hermoso y poderoso!». ¡Atreveos a elogiaros! ¡Atreveos a sentiros orgullosos de quienes sois y de lo que ya habéis logrado! De esa manera, el canal se abrirá con amor —¡sí!
Gracias por vuestra atención.
© Pamela Kribbe
Traducción de Laura Fernández