Del ego al corazón IV
Jeshua canalizado por Pamela Kribbe
Traducido del inglés por Sandra Gusella
Abriéndose al Espíritu
Hemos remarcado cuatro etapas en la transición de la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón:
1. | Estar insatisfechos de lo que la conciencia basada en el ego tiene para ofrecerles, anhelar ‘algo más’: el comienzo del final. |
2. | Comenzar a ser conscientes de sus ataduras a la conciencia basada en el ego, reconocer y liberar las emociones y pensamientos que van con ella: la mitad del final. |
3. | Permitir que mueran dentro de ustedes las viejas energías basadas en el ego, eliminando el capullo, siendo su nuevo ser: el final del final. |
4. | El despertar dentro de ustedes de la conciencia basada en el corazón, motivada por amor y libertad; ayudar a otros a hacer la transición. |
Ahora hablaremos de la última etapa, que es la etapa cuatro: abriéndose al Espíritu.
Cuando ustedes han entrado a la etapa cuatro, ustedes han encontrado un lugar de paz y tranquilidad dentro de ustedes. Con frecuencia entran en contacto con un silencio en su corazón que ustedes saben que es lo eterno. Todo lo que experimentan es relativo comparado con este Ser ilimitado que todo lo abarca.
Este lugar de paz y silencio dentro de ustedes también es llamado Espíritu.
En sus tradiciones (esotéricas), se hace una distinción entre espíritu, alma y cuerpo.
El cuerpo es la morada física del alma por una cantidad de tiempo limitado.
El alma es el ancla no física, psicológica de la experiencia. Ésta lleva la experiencia de muchos tiempos de vida. El alma se desarrolla a través del tiempo y lentamente llega a ser una piedra de belleza de muchas caras, cada cara reflejando un tipo diferente de experiencia y el conocimiento basado en ella.
El espíritu no cambia ni crece con el tiempo.
El espíritu está fuera del espacio y del tiempo. El espíritu en ustedes es la parte de ustedes eterna, sin tiempo que es Uno con el Dios que los creó a ustedes. Es la divina conciencia que es la base de su expresión en el espacio y el tiempo. Ustedes nacieron desde un reino de pura conciencia, y ustedes tomaron parte de esa conciencia para ustedes a través de todas sus manifestaciones en forma material.
El alma forma parte de la dualidad. Ella es afectada y transformada por su experiencia en la dualidad. El espíritu está fuera de la dualidad. Es el fondo sobre el cual todo se desarrolla y evoluciona. Es el Alfa y Omega, al cual ustedes pueden simplemente llamar Ser, o Fuente.
El Silencio, externo pero esencialmente interior, es la mejor entrada para experimentar esta energía siempre presente, la cual es Ustedes en sus núcleos más profundos. En silencio, ustedes pueden entrar en contacto con la cosa más milagrosa y manifiesta que existe: Espíritu, Dios, Fuente, Ser.
El alma lleva las memorias de muchas encarnaciones. Ella sabe y comprende mucho más que su personalidad terrestre. El alma está conectada a fuentes de conocimiento extra sensoriales, tales como sus personalidades de vidas pasadas y guías o conocimientos en el plano astral. A pesar de esta conexión, el alma puede estar en un estado de confusión, ignorante de su verdadera naturaleza. El alma puede estar traumatizada por ciertas experiencias y por lo tanto puede permanecer en un lugar de oscuridad por algún tiempo. El alma está continuamente evolucionando y ganando conocimiento de la dualidad inherente a la vida en la tierra.
El espíritu es el punto inamovible dentro de este desarrollo. El alma puede estar en un estado de oscuridad o iluminación. No así el espíritu. El espíritu es puro Ser, pura conciencia. Está tanto en la Oscuridad como en la Luz. Es la Unidad sujetando toda la dualidad. Cuando ustedes han llegado a la etapa cuatro de la transformación del ego al corazón, se conectan con el Espíritu. Ustedes se conectan con su Divinidad.
Estar conectado con Dios dentro de ustedes es como estar fuera de la dualidad mientras se está completamente presente y centrado. En este estado, su conciencia está llena de un éxtasis profundo pero tranquilo; una mezcla de paz y alegría.
Ustedes se dan cuenta de que no son dependientes de nada que esté fuera de ustedes. Ustedes son libres. Están completamente en el mundo pero no son del mundo.
Estar conectado con el espíritu dentro de ustedes no es algo que ocurre definitivamente. Es un proceso lento y gradual, en el cual ustedes se conectan, se desconectan, se vuelven a conectar……. . Gradualmente, el foco de su conciencia se mueve de la dualidad a la unidad. Se re orienta a sí misma, descubriendo que eventualmente, es conducida al silencio más que a los pensamientos y las emociones. Por silencio queremos decir: estar completamente centrado y presente, en un estado de conciencia no juiciosa.
No hay métodos establecidos o maneras para llegar a eso. La llave para conectarse con su Espíritu no es seguir alguna disciplina (como meditación, o ayuno), sino realmente comprender. Comprender que es el silencio lo que los lleva a casa, no sus pensamientos o emociones.
Esta comprensión crece lentamente, a medida de que son cada vez más concientes del mecanismo de sus pensamientos y sentimientos. Ustedes liberan viejos hábitos y se abren a la nueva realidad de la conciencia basada en el corazón.
La conciencia basada en el ego dentro de ustedes se marchita y lentamente muere.
Morirse no es algo que ustedes hagan; es algo que ustedes permiten que suceda. Ustedes se entregan a sí mismos al proceso de morirse. La muerte es otra palabra para el cambio, transformación. Esto es siempre así. La muerte siempre es una liberación de lo viejo y una apertura a lo nuevo. Dentro de este proceso, no existe un solo momento en el cual ustedes ‘no son’, por ejemplo, en el cual ustedes estén muertos considerando su definición. La muerte como ustedes la definen es una ilusión. Es sólo su miedo al cambio lo que provoca su miedo a la muerte.
Durante su tiempo de vida, ustedes tienen miedo no solo de su muerte física, sino también de morir emocionalmente y mentalmente. Pero sin la muerte, las cosas se volverían fijas y rígidas. Ustedes pasarían a estar cautivos en viejas formas: un cuerpo gastado, formas de pensamiento anticuadas, reacciones emocionales limitadas. ¿No es esto sofocante? La muerte es un liberador. La muerte es una cascada de agua fresca que abre por la fuerza portones viejos y herrumbrados y los impulsa a ustedes a nuevas áreas de experiencia.
No le teman a la muerte. No hay muerte, solo cambio.
El pasaje desde la conciencia del ego a una vida centrada en el corazón es en cierto modo una experiencia de muerte. Cuanto más se identifican a ustedes mismos con el Espíritu, con el dios dentro de ustedes, liberan más cosas por las cuales solían preocuparse o en las cuales ponían muchísima energía. Ustedes se dan cuenta, en niveles más y más profundos, que no hay realmente nada que hacer, excepto ser. Cuando ustedes se identifican con su ser, en lugar de identificarse con pensamientos y emociones efímeros que pasan a través de ustedes, su vida se ve afectada inmediatamente. El Espíritu no es algo abstracto. Es una realidad que ustedes realmente pueden traer a su vida. Estar en contacto con la fuente más pura eventualmente cambiará todo en su vida. Dios o la Fuente o el Espíritu es creativa por naturaleza, pero de maneras que son casi incomprensibles para ustedes.
El Espíritu es silencioso y perenne y aún creativo. La realidad de lo Divino realmente no pude ser captada por la mente. Solo puede ser sentida. Si ustedes lo aceptan dentro de su vida, y lo reconocen como los susurros de su corazón, lentamente todo comienza a colocarse en su lugar. Cuando están sintonizados con la realidad del espíritu, con la conciencia silenciosa que está detrás de todas sus experiencias, ustedes dejan de empujar o forzar sus deseos sobre la realidad. Ustedes permiten que las cosas retrocedan a su estado natural de ser. Ustedes se vuelven su Ser verdadero, natural. Todo esto sucede de manera armoniosa, significativa. Ustedes experimentan que las cosas se juntan de un modo que tiene un ritmo natural, un flujo natural. Todo lo que tienen que hacer es estar sintonizado con este ritmo divino, y soltar el miedo y las malas interpretaciones que hacen que ustedes quieran intervenir.
Ayudando a otros desde el nivel del Espíritu
Cuando ustedes han hecho la transición desde la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón, están más o menos continuamente en contacto con el flujo divino del ser interior. En este estado, no hay necesidad o deseo de ayudar a otros, pero éste naturalmente viene a ustedes. Ustedes lo dirigen hacia ustedes, pero no a través del deseo. Energéticamente, ahora ustedes están emitiendo ciertas vibraciones. Algo está presente en su campo de energía que conduce a las personas hacia ustedes. No es algo que ustedes hagan, sino algo que ustedes son. Hay una vibración disponible en su energía, que puede ayudarlos a ellos a entrar en contacto con su propio Ser divino.
Ustedes pueden ser un espejo para ellos, en el cual ellos pueden ver que un problema o condición dificultosa es realmente liberada y transformada en la energía de la solución.
Ellos pueden sentir la energía de la solución (la cual siempre está basada en el contacto con la propia divinidad) en su ser.
Ustedes son capaces de enseñarles algo a ellos, y la enseñanza tiene lugar al ser ustedes mismos. No es por medio de transmitir conocimientos o usando ciertos métodos que ustedes enseñan y sanan. Es permitiéndose a ustedes mismos ser exactamente quienes son y expresándose ustedes mismos de la manera que encuentren más alegre, como su presencia se vuelve verdaderamente útil. Es compartiéndose a ustedes mismos con otros, como ustedes crean un espacio disponible de sanación para ellos, al cual ellos pueden elegir entrar o no. Esto es tarea de ellos.
Como sanadores o terapeutas, ustedes realmente sólo tienen que mantenerse en contacto con el flujo divino interior, con la conciencia silenciosa que es el Espíritu. Realmente es esta conexión lo que mueve a las personas y los eleva a un estado de conciencia más elevado, más libre, si ellos así lo elijen. Si lo hacen, sucederá con un ritmo y flujo propio.
Estar ahí para otros de este modo tiene un tono de sentimiento muy neutral. Representa un nivel de objetividad, en el cual ustedes liberan su deseo personal de cambiar o ‘curar’ a otros.
Este deseo, desarrollado por todos los trabajadores de la luz en alguna etapa, no surge de una verdadera comprensión del camino interior que las personas quieren transitar para encontrar su propia verdad interior. La mayoría de las personas necesitan llegar hasta el fondo de ciertos problemas antes de que estén verdaderamente listos para liberarlos. Cuando ellos lo hacen así, realmente ‘hacen propia’ la solución del problema y esto les da una profunda satisfacción. Tal vez ustedes reconozcan esto en sus propias vidas y en los problemas con los cuales lucharon. Por favor sean concientes de esto y no luchen para mantener a las personas fuera de ‘llegar hasta el fondo’. Si ellos están determinados a ir ahí, irán a pesar de todo lo que ustedes hagan o digan.
Es mejor no involucrarse emocionalmente con las personas a quienes ustedes ayudan. La implicación emocional insta al deseo personal de curar o transformar a otros.
Este deseo personal no ayuda a otros, en realidad éste puede causar bloqueos en el proceso de sanación. Siempre que quieran que las personas cambien, no están en un espacio de amor y tolerancia. Ellos sienten esto. Ustedes pueden pensar que están (psicológicamente) ‘leyéndolos’ a ellos, ¡pero ellos también son perspicaces lectores de ustedes!
La etapa cuatro de la transición desde el ego al corazón, consiste en trascender el nivel del alma y elevarse al nivel del espíritu. No queremos decir de ningún modo que el alma sea ‘menos que el espíritu’, por supuesto. La verdad es que: ustedes son más grandes y más amplios que su alma. El alma es un vehículo para la experiencia. Al identificarse con el Espíritu en ustedes, con su propia divinidad, todas las cosas que hayan experimentado en muchos, muchos tiempos de vida, se colocan en su lugar. Ustedes se elevan sobre las experiencias al no identificarse a ustedes mismos con ninguna de ellas. Esto tiene un efecto curativo sobre el alma.
© Pamela Kribbe