La inspiración de la vida
Pamela Kribbe canaliza a la Tierra
Queridos amigos,
Soy la voz de la Tierra. Os saludo a todos desde el fondo de mi corazón, el núcleo de este planeta. Os amo tanto, me sois tan queridos… Sois bienvenidos en la Tierra. Tendedme la mano, soy vuestra compañera. Esta danza de la vida es una que bailamos juntos.
Vuestra luz ha adoptado la forma de un cuerpo, nacido y hecho de mí. Yo os doy los elementos terrenales que os ayudan a adoptar esa forma y que os nutren. Yo misma soy consciencia viva. No soy algo inerte y, a cada paso que dais, podéis sentir bajo vuestros pies el flujo de mi fuerza vital. Sentid mi energía resiliente e inagotable, y dejad que os sustente. Dejad que la energía de la Tierra, mi energía pura, fluya por vuestras piernas. Mi fuerza es a la vez física y etérea. Si dejáis que fluya por vosotros, se fortalecerá no solo vuestro cuerpo, sino también vuestra mente.
Yo os colmo con la inspiración que veis en toda la naturaleza, la inspiración de la propia vida, la cual crece y florece y sigue su camino sin dudar de sí misma. ¿Habéis oído alguna vez de una flor que tenga dudas sobre si es su destino abrirse y mostrar su precioso esplendor al mundo? ¿Acaso la flor se pregunta si tiene derecho a alimentarse de la tierra o a absorber la lluvia y la luz del sol? ¿Sabéis de alguna flor que tenga dudas sobre si se merece recibir esas cosas?
La flor recibe mucho más que meros nutrientes físicos. También recibe inspiración espiritual de las pequeñas criaturas etéreas que la rodean: de los elfos, las ninfas y las hadas que la alimentan, la alientan y la elogian. ¡Cuánta alegría, cuánta inspiración hay en la naturaleza! Si pudierais ver con mis ojos, contemplaríais tanta vida e inspiración en cada sendero del bosque que os detendríais maravillados y os desprenderíais de vuestra desesperación.
Hay en la Tierra tanto amor, vitalidad y creatividad… Conectad con esa vida, con la naturaleza, y sentid su presencia en vuestro cuerpo. Vosotros también sois como una flor de la Tierra que merece ser alimentada con cuanto necesite. Sentid que os enraizáis profundamente en la tierra. Sentid el poder en vuestras piernas y de qué manera ese poder os conecta con la Tierra. Echad raíces como si fuerais un árbol —imaginad que sois un árbol. Un árbol curtido, alto, cuya copa sobresale en lo alto y atrapa todo lo que hay —viento, lluvia, luz—, y que asimila cuanto le llega con serena aceptación y entrega. Las estaciones van y vienen, y el árbol, en su esencia, vive en todo aquello que se convierte en parte de sí mismo —en cada momento. Ni más ni menos.
Bajad por el tronco, hacia las raíces de ese árbol. Hundíos en el suelo con vuestra consciencia y daos cuenta de que las raíces son, en realidad, como un conjunto de ramas, solo que bajo tierra. Sentid la vida que palpita en ese suelo y su humedad. Notad la estabilidad y la fuerza de las raíces, y soltad la tensión de vuestro cuerpo. Tenéis en vosotros un sistema de raíces que os sostiene. Vuestro cuerpo está hecho para llevaros en esta vida, por tanto, confiad en que puede hacerlo. Sentid el ritmo natural de la naturaleza tal y como lo experimentáis en el árbol, y luego percibid ese mismo ritmo en vuestro propio cuerpo y dejaos llevar. Imaginad que todo lo que necesitáis en estos momentos está presente en vuestra vida. Tan solo tenéis que abrir los ojos y escuchar; estar atentos a las señales que os llegan.
Veamos ahora qué es lo que os está ocurriendo a vosotros y a todos aquellos que se perciben como altamente sensibles. Cada vez que os sentís abrumados por impresiones del mundo exterior que no sois capaces de digerir, vivís vuestra sensibilidad como una carga. ¿Y por qué sucede eso? Porque, en esos momentos, estáis absorbiendo muchas cosas que no os pertenecen. No tenéis una buena conexión con vuestros cimientos: vuestro tronco, vuestras raíces. Podría decirse que vuestro árbol tiene demasiadas ramas y que ello hace que las cosas se muevan y agiten demasiado en vuestro interior. Podéis comparar esas ramas con los chakras superiores del cuerpo: las energías del corazón, la garganta, el tercer ojo y la coronilla.
En la actualidad se habla mucho acerca de una transformación en la Tierra, así como en todo el sistema solar en el que habitáis. Hay un aumento de luz y de consciencia, y es como si una ola os engullera. Esto lo sabíais antes de venir a esta vida en la Tierra y, con todo, elegisteis formar parte de ello. De hecho, habéis estado esperando durante largo tiempo a que este acontecimiento tuviera lugar. Sois almas viejas y ya habéis vivido muchas vidas no solo en la Tierra, sino también en otros planetas y dimensiones. Actualmente, se está produciendo un cambio de consciencia en este sistema solar y yo, la Tierra, participo en dicho cambio.
¿Y en qué consiste este cambio? Consiste en que todos los seres vivos de la Tierra están siendo afectados por un impulso, una llamada a despertar al recuerdo de quiénes son. Vosotros ya sentisteis ese impulso antes de nacer. Sabíais que esta iba a ser una oportunidad para encarnar profundamente en la Tierra y aportar claridad y equilibrio a las viejas cargas que traéis de otras vidas —pues no llegasteis aquí como hojas en blanco. Al nacer, esas cargas venían ya con vosotros, y en ellas hay dolor: un sentimiento de rechazo y de incomprensión. Un dolor originado en experiencias previas en la Tierra. El dolor tiene muchas capas y cada chakra de vuestro sistema energético se ha visto afectado por ese viejo dolor, reactivado posteriormente durante vuestra juventud en esta vida.
Ahora, quiero que vayáis allí donde ese dolor está más enquistado, en los tres chakras inferiores: el abdomen y los chakras raíz. Desde los chakras superiores os resulta más fácil conectar con vuestro ser más íntimo —con la luz de vuestra alma—, porque es en estos tiempos cuando la luz de vuestra alma puede recibir mayor impacto y despertar. Y esto es también lo que queríais que sucediera en vuestra vida: veníais con el deseo de despertar, con el anhelo de contribuir al cambio en la Tierra. Pero de lo que a veces no os dais cuenta lo suficiente es de la necesidad de sanar ese dolor arraigado, en particular, en los chakras inferiores; de sanarlo con vuestra atención y, sobre todo, vuestra paciencia. Centrad vuestra consciencia en esa parte de vuestro cuerpo: el estómago y el abdomen, la pelvis y el coxis, y sentidla como un todo. Dejad que vuestra respiración descienda hacia esa parte del cuerpo, que es donde está el Hogar al que tenéis que regresar.
Quiero ayudaros a experimentar ese sentimiento de seguridad que habéis echado de menos y que os ha faltado durante larguísimo tiempo. En vosotros hay miedo, fruto de no poder ser vosotros mismos, de ser diferentes. Utilizad vuestra sensibilidad para poner el foco en ese miedo y limitaos a sentirlo. Preguntaos qué es lo que os gustaría recibir allí donde está el miedo: ¿paz, tranquilidad, un sentimiento de seguridad, la sensación de pertenecer, la confianza de que podéis abriros, al igual que una flor? ¿Queréis ser capaces de contar con los poderes naturales de la Tierra, así como los del Cosmos que os rodea, para que os ayuden y os sostengan de modo que podáis ser quienes de verdad sois?
Quiero haceros conscientes del cambio que os aguarda, de que sois parte de ese cambio y de que podéis rendiros al mismo. Muchas cosas se os resolverán cuando os atreváis de nuevo a dejaros llevar por una profunda confianza en mí, la Tierra, y mis fuerzas creadoras. Dejaos llevar y confiad en mí y en la luz que actualmente fluye a través del Cosmos. Ha llegado el momento de que os afirméis y mostréis vuestra más honda inspiración al mundo. El mundo os necesita, no al revés. No necesitáis al mundo para ser quienes sois; tal y como sois, sois auténticos y amorosos. Enraizaos profundamente en la Tierra y atreveos a cuidar de vosotros mismos. Amaos también allí donde os sentís angustiados, preocupados o inseguros. Ahondad en vuestro propio dolor y rodeadlo con vuestra energía sanadora. Y buscad ayuda en la naturaleza, pues, al conectar conmigo, también podréis experimentar mi propia energía curativa.
Por último, quisiera haceros conscientes de que, a vuestro alrededor, también tenéis ayuda del mundo espiritual, tanto del Cielo como de la Tierra. Estáis acostumbrados a buscar maestros ascendidos y ángeles, pero daos cuenta de que también tenéis guías presentes aquí, en la Tierra. Elfos, ninfas, hadas… Esas criaturas etéreas también están ahí para vosotros. Mirad a ver si podéis sentirlas a vuestro alrededor, porque están ahí. Tenéis guías tanto celestiales como terrenales, y todos bailan a vuestro alrededor. Desean compartir con vosotros su conocimiento de la alegría y la tranquilidad, y de lo que puede suceder cuando confiáis en la vida.
Los seres humanos acostumbráis a intentar ordenar y planificar desde la mente y con vuestra voluntad. Pensáis que es necesario «controlar» las cosas para evitar que, de algún modo, «se derrumben», pero nada hay más lejos de la verdad. A medida que os alineáis con vuestros sentimientos más íntimos y con vuestro corazón, y que recurrís a la ayuda que os rodea, la vida se hace más lúcida y fácil, y comprendéis qué sentido tiene: estáis aquí para florecer, prosperar y brillar, para hacer aquello que en vuestro fuero interno sentís que es bueno para vosotros. Estáis aquí para cuidaros y convertiros en una luz brillante, en una radiante flor que inspira a los demás con su belleza y alegría cristalinas.
Dar y recibir son una sola cosa cuando os atrevéis a recibir, a confiar y a difundir vuestra luz: esa luz que hoy quiere fluir en la Tierra. Confiad y sentid la ayuda que os rodea. Podéis sentir la energía de los elfos en vuestras piernas, pero no esperéis elaborados consejos de su parte, pues son retozones y felices, y no entienden por qué lo estáis pasando todos tan mal. Cuando quieren deciros algo, su consejo es sencillo y directo. Dadles amor y reconocimiento —con vuestra sonrisa basta. Su deseo es volver a sentirse conectados con la humanidad e interactuar con aquellos de vosotros que así lo queráis también.
Os saludo a todos y os agradezco vuestra presencia.
© Pamela Kribbe
Traducción de Laura Fernández
One thought on “La inspiración de la vida”
Es impresionante el darse cuenta que no estamos solos y más aún que en nuestro sistema terrenal existen con quien conectarse. Y la humildad es imprescindible para poder establecer una coneccion con ellos tan sencillamente por medio de una sonrisa, un gesto. Mil gracias, esta comunicacion llega justo en éste momento, es decir ni ayer ni mañana Fue hoy. Me siento muy feliz. Gracias por todo