Vuestra naturaleza animal
Pamela Kribbe canaliza a la Tierra
Queridos amigos,
Soy la voz de la Madre Tierra. Estoy aquí presente, tanto fuera como dentro de cada uno de vosotros. Dedicad un momento a tomar consciencia de dónde estáis. Sentid la energía que hay en esta habitación y, luego, dejad que vuestra consciencia se traslade fuera, hacia las montañas, el cielo y el lago. Sentid la energía de este lugar de la Tierra. Un lugar donde la naturaleza está muy presente y desea acogeros. Os ve y os siente. Así pues, imaginad ahora que vuestros pies están conectados con la Tierra. Permitid que la energía de este lugar, de esta porción de la Madre Naturaleza, entre por vuestros pies.
Estáis aquí para relajaros y abriros a vosotros mismos. Todos andáis a la búsqueda de remedios para aliviar vuestro dolor, para sentiros plenos de nuevo, pero esto no es algo que podáis lograr con vuestra mente. Podéis reflexionar un montón acerca de las cuestiones de la vida y de vuestra vida, pero pensar y analizar nunca os proporcionará soluciones a largo plazo. Y esto es así porque vuestra esencia, vuestra alma, no se comunica con vosotros por medio de la mente. Vuestra alma, vuestra esencia, os habla a través de vuestros sentimientos y, por desgracia, la mayoría de las personas del mundo, tal y como es hoy, ya no saben cómo se sienten. Dado que buena parte de vuestra educación está enfocada a entrenar la mente, empezáis muy pronto a identificaros con ella. Y luego empezáis a sentiros perdidos y confusos, ya que vuestra mente no puede realmente orientaros en vuestro camino vital.
Estamos aquí reunidos para sanarnos a nosotros mismos. El primer paso, por tanto, es que os relajéis completamente y conectéis con vuestro cuerpo; que liberéis el exceso de energía que hay en vuestra cabeza y la dejéis fluir hacia abajo, hacia vuestros pies —hacedlo conmigo, por favor. Imaginad que vuestra atención es como una delicada pluma con la que vais acariciando suavemente vuestro cuerpo. Empezad por la garganta, rozadla con la pluma —tomad consciencia de vuestra garganta. Luego, id bajando hacia el pecho y el corazón. Quedaos ahí un ratito y sentid vuestra necesidad de descansar y de dejar de pensar; de permitir que la sabiduría de vuestro cuerpo os guíe. Sentid su guía y confiad en esa sabiduría, la sabiduría de la Tierra. Después, seguid bajando hacia el abdomen. Fijaos en vuestra respiración y, cada vez que exhaléis, soltad parte de la tensión. A continuación, bajad con la pluma de vuestra atención hacia las caderas, las piernas y, finalmente, vuestros pies.
Sentíos acogidos por mí, la Madre Tierra. Sois mis hijos. Vivo en vosotros y os llevo en mí. Vuestro cuerpo está hecho de elementos y energías terrenales. No sois solamente hijos de vuestros padres y de la sociedad; también sois hijos míos. Y en la medida en que sois hijos míos, sois parecidos a todas las demás criaturas naturales de la Tierra. Sois como los animales, las plantas y las montañas. Una parte vuestra es inseparable de la naturaleza. Y esa parte es sumamente pura y genuina.
Ahora, quiero que conectéis con esa parte de vuestro ser. Y voy a pediros que imaginéis que hay un animal junto a vosotros y que quiere ayudaros a conectar con vuestra parte natural. Los animales son por naturaleza criaturas inocentes y espontáneas. Aunque, por supuesto, algunos son feroces y matan para sobrevivir, siguen siendo inocentes —no llevan una máscara social. Así pues, os voy a pedir que invitéis a ese animal dentro de vuestro campo energético y que observéis qué animal se os aparece espontáneamente. Dejad que se aproxime; sentid su energía. Quiere mostraros algo, deciros algo importante.
Imaginad que dejáis que la energía de ese animal se mezcle con la vuestra y notad de qué modo os afecta. La sociedad os enseña a comportaros de determinadas maneras. De pequeños aprendéis todo tipo de reglas y, casi siempre, vuestra parte más espontánea, aquella que experimenta intensos deseos y emociones, queda reprimida. Empezáis a creer que esa parte vuestra es mala. Y cuando reprimís una parte vuestra, a menudo sucede, en efecto, que se convierte en algo oscuro, pues ahora lleva aparejada una gran frustración.
Todos vosotros os sentís atraídos por la espiritualidad, pero en vuestras tradiciones perviven viejos conceptos espirituales que os dictan que tenéis que suprimir vuestras emociones o trascenderlas. Pues bien, yo os digo que la auténtica espiritualidad, la espiritualidad de la nueva era, consiste en abrazar vuestro ser natural emocional. Es por eso por lo que os he pedido que aceptéis como guía a un animal. Preguntadle: «¿Cuál de mis emociones necesita mayor expresión, más atención? ¿Cuál es la emoción que más estoy reprimiendo en mí?». Quizás sea rabia o, a lo mejor, una sensibilidad que no os está permitido mostrar. Quizás seáis alegres por naturaleza, pero penséis que tenéis que conteneros. El animal que está ahora junto a vosotros no juzga ninguna emoción, tan solo os ayuda a expresarla.
Por último, visualizad una situación de vuestra vida cotidiana que os resulte particularmente difícil e imaginad que la enfrentáis teniendo cerca a vuestro animal. ¿Qué pasaría? Podéis recurrir a ese animal y a su energía en vuestro día a día para hacer cambios.
Mi mensaje de hoy es que vuestra parte natural, esa parte «inaceptable», es también vuestra parte más original y vital. Puede que penséis que la rabia o la tristeza no son emociones bonitas, pero resulta que contienen buena parte de vuestra naturaleza original reprimida. Así que, aunque no os gusten algunas de vuestras emociones, aunque incluso las detestéis, os ruego que tengáis en cuenta que se trata de vuestros más preciados guías. Es necesario que les prestéis atención, al igual que prestáis atención a este mensaje.
Es necesario que os deis espacio, que dejéis ser esas emociones y que las expreséis. Y si dudáis de vosotros mismos, observad el animal que está junto a vosotros. Es inocente, parte de la naturaleza, igual que vosotros. Ahora, sentid, por favor, el abrazo de la naturaleza. Y mientras paseéis por estos alrededores durante los próximos días, sentid que la naturaleza os acepta sin juicio alguno. Y luego, aceptaos a vosotros mismos sin juicio alguno.
Gracias por estar aquí y por compartir vuestra energía conmigo.
© Pamela Kribbe
Traducción de Laura Fernández