Pamela Kribbe canaliza la Tierra

Querida gente,

Soy la voz de la Tierra. Les saludo con todo mi calor y mi amor. Siéntanme fluir a través de ustedes; estoy en cada célula de su cuerpo. Quiero estar ahí para vosotros y unirme a vosotros, por eso os tiendo la mano.

Al unirme a ti a través de tu cuerpo, te doy algo. Sí, has oído bien, te doy algo. Te doy seguridad, protección, salud, vitalidad. Quiero alimentarte con las energías vitales que forman parte de la vida en mí, la Tierra: los ritmos de las estaciones, de la luna y el sol, del día y la noche. Quiero que formes parte de mi mundo y proporcionarte así todo lo que necesitas. Esto es lo que quiero darte, desde mi corazón y mi alma, así que recíbelo de mí. Atrévete a confiar en la realidad de lo que soy y siéntete sostenido por mí. Esto es lo que quiero darte.

Pero, al mismo tiempo, recibo algo de ti. Al estar presente en la materia física de tu cuerpo, asumo tu conciencia y ésta irradia a través de mí. Me renueva y permite que algo fresco brille a través de mí. Y a través de esta interacción entre nosotros, mi conciencia se enriquece; se hace más vasta y profunda, y me convierto en un ángel en mi conciencia. Yo también estoy pasando por un proceso de crecimiento, un movimiento hacia una mayor conciencia, y esto se hace por y a través de ti. Estamos juntos en el camino.

Hoy has hablado de la intención de tu alma de expresarse en la Tierra y de cómo das forma terrenal a tu alma, aunque a veces te cueste hacerlo. Sin embargo, tu misión es manifestar la energía divina de tu alma en forma terrenal; unir tu alma con la Tierra. Ese es tu puente con la Tierra y, de este modo, te unes a todas las demás formas de vida cuando tomas forma de carne y hueso.

Para mí, el movimiento es a la inversa: yo ya soy «de carne y hueso». Ya soy materia viva, física, pero es a través de ti que experimento mi más alto nivel de expresión. Cuando te expresas a través de formas terrenales, yo me expreso a través de ti. Cuando estás profundamente unido a mí, dejas que la materia se vivifique. Por ejemplo, considera a un artista que crea una escultura a partir de un trozo de arcilla. Lo que esa persona hace al trabajar con la arcilla es añadir conciencia a la materia. Esa materia, la arcilla que tiene en sus manos, se impregna de conciencia y significado.

No es sólo la conciencia del artista la que se expresa a través de la materia, es más que eso. Es una luz universal que se plasma en la Tierra, y esa luz me beneficia. Yo, la materia, la conciencia en la arcilla, comienzo a danzar, crecer y florecer cuando me encuentro de esta manera con tu conciencia, respeto e imaginación.

Ves cómo, al ser un artista, estás haciendo un movimiento desde tu alma hacia la Tierra. Pero igualmente, hay un movimiento desde mí hacia ti, el artista. Tú tienes necesidad de mí, pero yo tengo necesidad de ti para mi proceso interior de crecimiento. Es como una danza en la que entramos juntos.

Esta danza sólo puede realizarse cuando te atreves a dar y te atreves a recibir, pero te has bloqueado en ambas direcciones. Cuando intentas dejar que tu alma fluya hacia la Tierra, y hacia la forma terrenal, a menudo te inhiben los miedos y las dudas que has experimentado hoy cuando querías ser un canal abierto de tu alma a la Tierra. Sin embargo, has podido hacerlo permitiendo que se hiciera visible una parte de lo que te mueve más profundamente.

Al mismo tiempo, también has visto y experimentado que hay energías inhibidoras en ti. Sobre todo, es el miedo el que te juega malas pasadas. Allí donde se ha alojado ese miedo, tu ser físico no está totalmente imbuido por tu alma. Tu alma flota algo más alto y no participa plenamente en la vida terrenal. Y cuando tu alma no es capaz de hacer eso, y yo no puedo llegar a tu alma, entonces la interacción entre tu alma y yo no puede aparecer en todo su esplendor y florecer.

Cuando te atreves a dar de ti mismo, te atreves a mostrar quién eres, y te atreves a hablar y ser desde tu corazón, tu energía fluye a través de la Tierra, y al hacerlo, pasa a través de mí. Entonces te recibo, y tu conciencia me ayuda a convertirme en un ángel más poderoso; me permite florecer. Eres mi dios; me das algo que me eleva, y aunque no eres consciente de que esto sucede, así es. Cuando permites que tu propia divinidad se muestre, y cuando te atreves a expresar tu originalidad, tu luz estelar, en este mundo, puedo darte mucho a cambio. Entonces, hay un puente entre nosotros para que pueda alcanzarte completamente. Lo que necesitas en un sentido terrenal, lo que deseas, te lo puedo dar, porque entonces estás arraigado y presente en esta Tierra.

Quiero ahora hacer un pequeño ejercicio contigo para mostrarte cómo, en tu vida, se está produciendo la interacción entre Tierra y alma, entre lo de arriba y lo de abajo. Comenzamos con tu cuerpo. Conviértete en muy consciente de tu cuerpo alejándote de tu cabeza, y experimenta tu cuerpo como parte de mí, la Tierra. Así como las plantas y los animales son parte de mí, tu cuerpo es parte de mi mundo, con mis leyes, mis ritmos y mi naturaleza. Siente la fuerza de esa unión por un momento y pregúntate: “¿Qué necesito, qué sería de especial beneficio para mí aquí y ahora?” Tu cuerpo se nutre de muchas maneras, físicamente por los alimentos, pero igualmente por las energías del sentimiento, que son energías espirituales.

Deja que tu atención descienda hacia la conciencia de tu cuerpo, sintiendo completamente tu ser físico. Tus músculos, tu sistema nervioso, tus órganos, buscan naturalmente la armonía y un ritmo equilibrado, porque son parte de mi naturaleza. Hay un movimiento en el cuerpo hacia la salud y la armonía, por lo que el cuerpo puede repararse usando muchas cosas. Observa la conciencia de tu cuerpo objetivamente y con el conocimiento de que tu cuerpo es parte de mí, la Tierra. Pregunta a tu cuerpo: “¿Qué necesitas? ¿Cómo puedo cuidarte? Nombra una cosa que pueda hacer para hacerte sentir mejor.” Imagina que recibirás lo que tu cuerpo dice que necesitas. Permite que ese “algo” entre en tu campo de energía y ve qué hace por ti.

Cuando desciendes con tu alma, tu conciencia más elevada, a tu cuerpo, puedes sentir lo que necesitas, lo que se requiere para que estés conectado y presente con alegría. Descender con la conciencia de tu alma es un acto de dar a tu cuerpo que me permite, como Tierra, responderte proporcionando lo que necesitas.

Ahora mira el campo de tu trabajo, el área de tu vida en la que te manifiestas creativamente en la Tierra. Aquí, una vez más, te pido que desciendas completamente con la conciencia de tu alma a tu cuerpo. Llena tu pecho y abdomen, tus brazos y manos, tus caderas, piernas y pies con la conciencia de tu alma. Conéctate completamente y sé presente. Siente entonces lo que quiere fluir desde tu corazón hacia este mundo. Esa es la energía que deseas dar; ese es tu “trabajo”. Atrévete a sentirlo, porque hacerlo puede hacerte consciente de, y abierto a, cuánta luz y dulzura, cuántas cosas hermosas, tienes para dar. Eres un ángel. Desciende con la energía que tienes para dar y conecta eso con la Tierra.

Temes el dolor de ser rechazado y sentirte indigno. Pero adelante, siente ese miedo, y toma ese miedo de la mano como lo harías con un niño. Imagina que sostienes a este niño ansioso con una mano y con tu otra mano sostienes a un ángel que está a tu lado, que es algo más alto que tú. Ese ángel te dice que confíes y que permitas que la luz fluya a través de ti. De esta manera, recibes tanto la luz del ángel como la admiración del niño que ve tu luz y tu belleza, que siente tu fuerza y se siente seguro contigo. Es tu tarea tener compasión por el niño asustado en ti. Se le permite estar ahí, pero no debe bloquear el puente entre tú y la Tierra. Lleva al niño contigo; tómalo de la mano cuando cruces el puente.

Atrévete a brillar en este mundo y hazte completamente visible para mí, y cuando lo hagas, puedo acercarme a ti a través del puente. Puedo absorber tu energía, y al experimentar lo que verdaderamente eres y necesitas, puedo acercarme a ti con oportunidades en muchas áreas. Y este proceso aumentará tu energía y permitirá que se manifieste aún más.

Confía en que cuando des ese primer paso, esa elección de estar realmente presente, la Tierra responde y el mundo responde: “Perteneces, hay un Hogar para ti aquí.” Entonces comienzas a vivir desde un flujo de oportunidades y posibilidades que no han sido creadas por tu propia mano, sino que se te extienden como un regalo de mí. Atrévete a entrar en ese flujo que es la danza entre tu alma y la Tierra. En esa danza, puedo darte todo lo que deseas, mientras me das lo más elevado de ti: tu luz estelar, tu alma. Confía en mí; no te decepcionaré.

Gracias por tu presencia aquí hoy.

© Pamela Kribbe

Traducido del inglés por Dinhora Sierra

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